28 DE MARZO DE 1939, CATÁSTROFE AÉREA EN
    ALMALUEZ 
    
     La vocación aérea de la
    provincia de Soria ha sido siempre un amor frustrado, por más que se remonte, que
    sepamos, a los pioneros de la aviación, se continúe con los alardes aerostáticos
    usuales en las fiestas patronales (San Saturio) durante los primeros años del siglo, y
    tenga una efímera floración durante la contienda civil, con la puesta en función de
    varios aeródromos "de ocasión" como fueran los de Garray, Almazán y Almaluez.
    La existencia de un aeroclub, el "Aguila Soriana" no es más que una
    confirmación de esa vocación larvada. En los años 50, el Plan de Turismo del 53, aboga
    por la construcción, al menos de un helipuerto, del cual se aportan ingenuos planos y
    "vistas ideales". 
    La radicación en nuestra provincia de varias unidades de caza y bombardeo de la Aviación
    Legionaria Italiana (bombarderos Caproni, que probablemente hubieran participado en el
    bombardeo de Guernica) constituye quizá el momento de mayor actividad aeronáutica de la
    provincia, aunque la propia aviación del bando nacional también situó unidades de caza
    en Almazán y, como vamos a ver, en el aeropuerto de ocasión de Almaluez, ya al final de
    la contienda. 
    Como cuenta Juan Arránz Cerdá en un artículo sobre los avatares del caza alemán
    Heinkel He-112 (*), en los últimos días de la guerra civil española, cuando ya la
    revuelta de Casado abre las puertas de Madrid a las tropas nacionales, se produce en el
    aeropuerto de Almaluez (Soria), un pequeño drama causado seguramente por la alegría que
    los pilotos sintieron al comprobar el final de la larga guerra fraticida. 
    El 18 de marzo despega de Almaluez una patrulla de tres cazas Heinkel, que sobrevuela
    luego el frente madrileño constatando desde el aire que, en efecto, los rumores que
    apuntaban al derrumbe del frente republicano en éste sector eran ciertos y que las tropas
    nacionales entraban en Madrid sin resistencia alguna. García Pardo, Rogelio García de
    Juan y Jorge Luis Muntadas Claramunt, "Muntaditas", eran los nombres de estos
    tres pilotos. al regresar a Almaluez, eufóricos por lo que habían visto, acontece la
    tragedia. Rogelio García efectúa una maniobra de lucimiento sobre el campo, un tonel a
    muy baja altura sobre la pista soriana, calculando mal la distancia y chocando con la
    tierra, lo que produce la destrucción del aparato y la muerte instantánea del piloto. En
    el aire, mientras, los otros dos cazas evolucionan ejercitándose en prácticas de
    combate. El segundo piloto, Miguel García Pardo, que figuraba perseguir el aparato de
    Jorge Luis Muntadas entra inesperadamente en barrera y se precipita también sobre la
    pista, muriendo sin que puede ser auxiliado. "En breves segundos -  nos dice el
    autor - la Aviación Nacional había perdido dos de sus mejores pilotos cuando la paz se
    encontraba al alcance de la mano". La fatalidad hizo que el superviviente
    "Muntaditas", falleciera pocos meses después en la playa de Estepona al
    aterrizar forzosamente con su Heinkel-112. 
    (*) Nº 26, revista
    SOLDIER RAIDS, artículo "Los Heinkel HE-112 en España", de Juan Arránz
    Cerdá. 
    © Antonio Ruiz Vega 
    publicado en este
    número  |