LA SORIA MAGICA Y LEGENDARIA

Las Danzas Mágicas de San Leonardo de Yagüe

 

En esta ciudad pinariega, hoy soriana y antaño burgalesa, se conservan unos bailes (a principios de febrero) que los mismos habitantes llaman "mágicos y celtíberos". Guardan gran parecido con las danzas de espadas euskérikas y son hermanos de gran número de bailes similares que se celebraban antaño por toda la geografía provincial. Tenían lugar hasta hace poco en Iruecha y Casarejos, donde fueron estudiados por el vascólogo soriano F. Sebastián Febrel, ya desaparecido, en relación a pervivencias euskaldunes en Soria. Kurt Schindler recoge en su notable "Folk & Music & Poetry of Spain & Portugal" una tonadilla a cargo de gaita y tambor que se tocaba en Castilfrío con ocasión de una danza de espadas que allí bailaban, pero que se ha perdido. El filólogo alemán Adolf Schulten, que hizo sus pinitos como arqueólogo aficionado y difamador profesional en Numancia, tuvo ocasión de conocer en 1905, en la cercana Renieblas un baile de espadas.

Danzantes golpeando el sueloLas danzas de San Leonardo han perdido las espadas primigenias y son por ello a menudo confundidas con danzas de palos o paloteos, similares a las primeras, aunque de diferente sentido.

Actualmente se bailan con palos de acebuche y diminutos escudos que llaman tapaderas. La danza tiene un carácter bélico innegable y es por ello que me atrevo a hablar de danza de espadas transformada o degenerada antes que de paloteos. Lo confirmaría también el uso de estas tapaderas, similares a los "broqueles" vascos, que siempre van unidos a danzas de espadas y que no aparecen nunca en las de palos.

Antaño se celebraban al aire libre, en medio del pinar, mas desde hace algún tiempo se han visto acogidas bajo templo católico y se realizan durante los oficios religiosos. Esta mezcolanza o superposición de cultos está explicada por el hecho de que, en realidad, las danzas de San Leonardo no son más que una representación teatral. El sentido originario se ha perdido a partir de los años 30 y sólo se han reinstaurado desde instancias municipales en base a que son un recurso turístico. También la nobleza ka "domó" en tiempos, ya que el traje que utilizan los danzantes fue donado por un aristócrata local. Hoy ya no se bailan acompañados "con el soniquete de la voz de las mozas", sino que ponen fondo musical a la escenificación un grupo de gaiteros y tamborileros.

Con todo es innegable que tienen un origen remoto y que entroncan no solo con las "espata-dantza" y las "brokel-dantza" de la tierra vasca sino con otras muchas danzas de palos y espadas que se celebraron antaño y se celebran hogaño.

El traje de los bailarines podría calificarse como "goyesco", pues debe ser originario de esa época y los danzantes tienen un clásico aire de "majos". Portan chaquetilla dieciochesca, camisa de puntillas, pantalón colorado, medias blancas y un piratesco pañuelo ciñéndoles la cabeza. Van ataviados de tal guisa que sólo se echa en falta la voluminosa faca toledana o albaceteña sobresaliendo ostensiblemente de la faja de seda para semejar esforzados madrileños a punto de lanzarse al cuello del invasor francés.

No obstante el origen mismo de las danzas supera en muchos siglos al de las vestimentas, que más que antiguas podríamos denominar simplemente anacrónicas. Por otra parte las danzas de espadas, heredadas de viejas tradiciones indogermánicas pueden remontar su antigüedad más allá de los tres milenios. Eso si no, como quieren Chesley Baity y Violet Alford, provienen de substratos étnicos aún más vetustos. En la India pueden presenciarse semejantes bailes, quizá los genitores remotos de todos los europeos.

Obedecen las danzas de espadas a ritos guerreros y viriles, pero a la vez son preces elevadas a la divinidad en favor de la fecundidad de la tierra. Los espíritus adversos de ganados, bosques y labrantíos, deben marchar lejos al oír los secos chasquidos de espadas o palos entrechocados en el aire. No es de extrañar que tan primigenios ritos háyense mantenido rozagantes, sobre todo, en dos lugares concretos, verdaderos relicarios de milenarias tradiciones: Euzkadi y Soria. En Euskallerría, al margen de las ya citadas "espata-dantza" y "brokel-dantza" aún existen otras muchas, como la danza de lanzas, el "Aurresku", y el famosísimo "salto" llamado, por antonomasia, "vasco". Este salto se da también en las danzas de San Leonardo.

Bailes vascos y sorianos tienen en común su carácter agrario, al golpear los palos en el suelo se está produciendo un acto de magia empática: se está llamando al grano a que salga, crezca y fructifique.

Otro nexo de unión entre ambas danzas es la aparición de un, o varios, personajes burlescos llamados "bobos" (en Euzkadi) o "monos" en Soria. Su característica principal y emblemática es la indumentaria, decorada con dameados y basada en esquemas asimétricos. Esto los enlaza con el "loco" arlequín o pierrot de la Commedia dell’arte italiana, pues todos ellos llevan trajes de colores alternados que provocan en el espectador, un efecto ambiguo a la par que un espejismo óptico llamado "moairée". es un personaje no definido, de carácter transgresor y polivalente: a la vez colabora con los danzantes y los entorpece. Provoca entre los niños la risa y el temor, pues suela ir armado con alguna porra o defensa. Es, para algunos, remedo de los antiguos "chamanes", magos o "Dioses", dándole a esta última palabra el sentido que tiene en estas tierras: el de curandero o truchimán.

En el danzante de la izquierda puede apreciarse una cobertera Sobre las coberteras o tapaderas se ha dicho alguna cosa, mas algo se puede añadir. Unánimemente se han visto relacionadas con la "cetra": el pequeño escudo celtíbero que, junto a la espada corta (adoptada luego por las tropas imperialistas del invasor romano) formaba la panoplia que acompaña al mílite numantino en su victoriosa entrada en la historia. La "cetra" revoluciona el arte de la esgrima de su tiempo. Nada tiene que ver con otros escudos anteriores ni con el enorme escudo romano, del que se burlara el propio Escipión durante el sitio de Numancia. Decía el cruel general romano que sus pusilánimes legionarios lo tenían en más estima que el "gladio" o el "pilum". Los escudos romanos cubrían la mayor parte del cuerpo del soldado y tenían una segunda utilidad en las famosas formaciones colectivas de los infantes imperiales. Así la característica "testudo" o tortuga, mediante la que formaban un verdadero blindado de la época. Los combatientes romanos no podían mover este pesado escudo con la agilidad suficiente, la "cetra" representaba todo lo contrario: pequeña, ligera; el numantino, más que oponerla, la esgrimía. Paraba en el aire el golpe hostil, sin esperar que descargara toda su fuerza. Interceptaba la trayectoria del "soliferreum" contra el arrojado, e incluso se podía usar ofensivamente, golpeando contundentemente con ella al enemigo.

Y es así, como usan los danzantes de San Leonardo sus "tapaderas": haciéndolas chocar unas contra otras con tal ardor guerrero que, el último año, pude ver como una de ellas, a pesar de estar labrada en una sola pieza de madera, se partía en dos.

© Antonio Ruiz Vega
La Soria Mágica. Fiestas y Tradiciones Populares

 

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