In Memoriam - Antonio Machado

Leonor en París

Pilar Herranz Adeva

Pensando en Machado
Antonio Machado, dibujo de Picasso

(esperamos vuestras
machadianas colaboraciones)

 

 

A principios de enero de 1911, Leonor Izquierdo y Antonio Machado cogieron el tren con destino a París después de pasar unos días en Madrid con Ana Ruiz, la madre de Antonio. La Junta para la Ampliación de Estudios había concedido al poeta una beca de un año, a partir del 1 de enero de 1911, para “hacer estudios de Filología Francesa en Francia, con 350 pesetas mensuales, 500 para viajes y 200 para matrículas”, según publicaba la Gaceta de Madrid el 18 de diciembre.

Una vez en París se instalan en el Hôtel de l´Académie, Rue Perronet, número 2. Las ventanas de la habitación dan a la Rue des Saints-Pères. El hotel está cerca del boulevard de Saint Germain y próximo a la editorial Garnier donde Antonio y su hermano Manuel habían trabajado como traductores en 1899. Fue en junio de ese año cuando Machado viajó a París por primera vez, tenía veinticuatro años. Se alojó con su hermano Manuel primero en el Hôtel Médicis, en la calle Monsieur le Prince, el mismo hotel donde se había alojado su admirado poeta Verlaine, y más tarde se trasladaron al hotel de la calle Perronet. Según Manuel Tuñón de Lara, el poeta no emprendió el primer viaje a París “por simple afán de aventura intelectual, sino como un esfuerzo más para coadyuvar a las necesidades económicas del hogar familiar”. En octubre regresa a Madrid. Su segundo viaje a París fue en abril de 1902 donde obtiene un puesto en el Consulado de Guatemala, regresando en agosto a Madrid.

Es fácil imaginar los primeros días de amor de Leonor y Antonio en la habitación del hotel de la calle Perronet en la bella ciudad de París, ya solos y libres, lejos de la pequeña Soria donde mucha gente conoce a Machado y le critica por haberse casado con una joven de 15 años. Pasearían juntos por las calles y jardines de París, recorrerían los puentes y los muelles del Sena, visitarían el museo del Louvre y La Sorbona. Antonio querría mostrar a Leonor los lugares que él había conocido en sus viajes anteriores, cuando todavía era joven. Leonor estaría deseosa de conocer los bellos paseos de los que le habría hablado en tantas ocasiones.

¿Cómo era Leonor? ¿Qué cualidades tenía que atrajeron tanto al poeta para que renunciara a su idea de trasladarse a otra ciudad como había comentado en alguna ocasión? Un amigo de la familia, José Posada, la describe así:

Era menuda y trigueña, de alta frente y de ojos oscuros. La seguía de lejos por la orilla del Duero, cuando Leonor salía de paseo con sus tías y hermanillos, entre los chopos y los álamos, o tras de su ventana la miraba en el balcón frontero, o escuchaba embelesado sus paliques.” Así lo recoge José Luis Cano en su libro “Antonio Machado. Poesía y prosa. Biografía.”

Mi sobrina -nos dice una de sus tías, hermana de la madre de Leonor- era una chiquilla preciosa. Cuando la conoció Antonio era casi una niña. Tenía mucha simpatía y alegría. De su madre había recibido una sólida formación religiosa y una educación superior a su clase social”. ( Fuente: Ángel Marco Ibáñez)

De esta manera la recuerda su tía Concha Cuevas: “De talla mediana; el cabello castaño, un poco ondulado; no se ponía afeites: una niña; los ojos morenos oscuros; la tez, más bien sonrosada; la voz un poco aniñada. Le parecía en todo a la madre”. “Yo creo- confiesa doña Concha Cuevas- que don Antonio se enamoró de ella desde que la vio.”

José Tudela en una conferencia que dio en París en 1958 la describe así: “…baja, menuda, enfermiza, nerviosa, viva, de familia humilde, de tíos barberos y practicantes, bella, austera, sencilla, ingenua, tímida”.

Leonor -dice uno de sus biógrafos- era una mujer linda y tenía hermosos ojos negros mirando al misterio”. (Fuente: Ángel Marco Ibáñez).

Todas las descripciones coinciden en sus ojos profundos y oscuros y una mirada “como la de una gacela sorprendida” según Mariano Granados -en aquella época alumno de Machado-. Todas las descripciones coinciden en su belleza, belleza adolescente que puede comprobarse al observar las pocas fotografías que de ella se conservan.

Ahora que conocemos un poco más a Leonor, me pregunto ¿en qué ocuparía su tiempo en París una adolescente de 17 años nacida en 1894 en Almenar, un pequeño pueblo de Soria, y sin conocimientos de lengua francesa? Según Mariano Granados, compañero de juegos de Leonor, “adoraba los versos”, así que es posible que pasara algunos ratos leyendo poesía, otros escribiendo cartas a su familia y otros paseando por los jardines cercanos, aunque no me la imagino paseando sola en aquel tiempo. Pero ¡quién sabe! Quizá también visitara alguna iglesia cercana para ir a rezar ya que su madre le había transmitido una gran formación religiosa.

Ian Gibson nos dice en su libro Ligero de equipaje: “¿Escribía con frecuencia a su madre? Es probable, pero no se conoce una sola carta suya, ni a la madre ni a nadie. La verdad es que nuestra ignorancia acerca de Leonor es casi absoluta.”

Cuando en mayo del año 2006 Ian Gibson vino a Soria a presentar su libro, nos animó a los amantes de la poesía de Machado a buscar información sobre Leonor porque no entendía que hubiera tan pocos datos sobre ella. Esas palabras, que se me quedaron grabadas, unidas a mi admiración por los poemas de amor que Machado le había escrito -que yo había leído siendo también adolescente- y la pena de su temprana muerte, me hicieron comenzar una búsqueda que durante muchos años no tuvo éxito.

Nueve años después, la novela Hebe de Carolina Riera se convirtió también en fuente de inspiración para este capítulo en la vida de Leonor.

Sabemos en qué ocupaba el tiempo Antonio Machado en París: asistía a los cursos de filosofía moderna de Henri Bergson, al que el poeta califica como “el filósofo definitivo del siglo XIX”, en el Colegio de Francia. Y, como dato curioso, según el mismo Machado dirá más tarde, “entre los oyentes hay muchas mujeres”. Asiste también a las clases de Joseph Bédier, de Antoine Meillet y Abel Lefranc. Y acude a la Biblioteca Nacional a veinte minutos a pie en la otra orilla del Sena.

De Leonor sabemos que conoció a la compañera de Ruben Darío, Francisca Sánchez del Pozo, a María, la hermana de Francisca, y al hijo de la pareja. Vivían en la Rue Herschel, al lado del Jardín de Luxemburgo. Viviendo tan cerca de ese jardín, es posible que Leonor las visitara y fueran a pasear juntas cuando el tiempo lo permitiera. Nada tampoco escribe Rubén Darío sobre Leonor. Y según escribe Marcos Molinero en “Sólo tu amargura es ella” no hay evidencia de que el poeta llegara a conocerla.

De Francisca Sánchez, abulense, escribe lo siguiente Marcos Molinero: “Tiene un hijo con Darío y vive bajo la amenaza constante de la llegada a París de Rosario Murillo, la mujer del poeta, opuesta al divorcio al que aspira Rubén.” Y sigue más adelante: “Por su parte, Francisca, que ya había conocido a Machado en Madrid en circunstancias más bohemias y festivas, ve a Leonor como una niña frágil.” En realidad, Francisca y su hermana fueron las únicas mujeres, que sepamos, con las que Leonor tuvo contacto en París y con las que pudo hablar en español.

¿Qué tristezas esperaban a Leonor en los días parisienses que debieron de haber sido de amor? Siempre me he preguntado por qué enfermaría, cómo se contagió de la enfermedad. La tuberculosis era una enfermedad muy frecuente en aquel tiempo. “También sabemos que en el entorno de su esposa -Ceferino y Sinforiano, padre y hermano respectivamente de Leonor Izquierdo Cuevas-, hay constancia de enfermedad tuberculosa familiar con mortal evolución”, escribe el doctor Juan Manuel Ruiz Liso en la Revista Española de Patología. Por otra parte, en la familia de Machado, según esta misma fuente, el padre fallece por tuberculosis a los 47 años y su hermana Cipriana muere de tisis a los 14 años. “La virulencia de estos gérmenes obliga a pensar que todos los familiares en primer grado estuvieron en contacto directo con ellos. Todos ellos desarrollarían un complejo primario tuberculoso”, añade el doctor Ruiz Liso. Y más adelante se pregunta: “¿Era Machado un individuo con infección latente, sin enfermedad clínica?”

¿Sería el clima húmedo y frío de París poco propicio para los pulmones de Leonor? ¿Fue duro el invierno de 1911 en el modesto hotel donde se alojaban en París?

Lo que sí sabemos es que Antonio quería llevar a Leonor a visitar las playas de Bretaña en verano pero el día 14 de julio, día de la fiesta nacional francesa, Leonor tiene un vómito de sangre, una hemoptisis. Antonio no pudo encontrar ningún médico ese día y por lo tanto la noche sería angustiosa para los dos en la habitación del hotel. Al día siguiente la ingresan en la “Maison Municipale de Santé”, situada en la calle Faubourg Saint-Denis, número 200, donde atendían a los extranjeros enfermos y donde le diagnosticaron tuberculosis grave. Allí estuvo ingresada 55 días. Antonio renuncia a su beca y no se separa de ella. Francisca, la compañera de Rubén Darío, y su hermana Mariquita la visitan en el sanatorio, pero no así Darío “a quien espantan los hospitales”, según Gibson.

José María Martínez Laseca, gran estudioso de Machado, escribe que “Francisca Sánchez recordaría así a Leonor: "Llevaba un gorro blanco, según la moda de la época, que a ella, aún tan niña, le hacía parecer una monjita"”.

En septiembre regresan a Soria aconsejados por sus médicos. Necesitaba aire puro. El clima húmedo de París no era aconsejable para sus pulmones. Quizá si no hubiera viajado a París no hubiera desarrollado la enfermedad. ¿Cómo saberlo?

Antonio no dispone de dinero para el viaje de vuelta y escribe una carta a su amigo Rubén Darío para que se lo preste. Desde Irún Machado escribe otra carta de disculpa a Darío por no haber podido despedirse de él:

Querido y admirado maestro:

He tenido que partir de París en circunstancias muy apremiantes y me ha sido imposible despedirme de V. como hubiera sido mi deseo. Voy camino de Soria en busca de la salud para mi mujer.”

Después de pasar unos días en Madrid con la familia de Antonio, el día 15 de septiembre de 1911 regresan a Soria; la noticia de su llegada aparece en la prensa local.

Después de tanto imaginar su estancia en París pero sin tener ninguna certeza de su vida allí en los momentos que pasaba sola, que debieron ser muchos, mientras Antonio acudía a sus cursos en el Colegio de Francia o en la Sorbona y a la Biblioteca Nacional, leo una tarjeta postal que me llega el día 21 de febrero de 2020, después de escribir a un familiar lejano de Leonor al que tengo mucho aprecio. Esta tarjeta, escrita por Antonio Machado, dirigida a su abuela Antonia Acebes con dirección Calle Campo, 2 y matasellos de París, que ya había podido leer unos años atrás, la transcribo ahora con emoción gracias a la generosidad de sus familiares.

Querida abuela:

                                 Ya nos tiene en París, gozando de perfecta salud, contentos y satisfechos de nuestra …, pero recordando mucho a Vds. a quienes deseamos toda suerte de prosperidades

                        Antonio y muchos besos de su nieta

                                            Leonor

Rue Perronet 2

(Su abuela Antonia falleció el 20 de marzo cuando ellos vivían en París. Leonor no pudo despedirse de ella, hecho que, imagino, le haría sufrir.)

Existe otra tarjeta postal que no fue enviada desde París pero que nos muestra la letra de Leonor, que tan pocas veces hemos podido leer en Soria. Parece ser que fue enviada desde San Sebastián. Seguramente visitarían la ciudad cuando estuvieron en Fuenterrabía disfrutando de su luna de miel, después de su boda en Soria el día 30 de julio de 1909.

Queridas Abuela y tía Concha: reciban mil afectos y den muchos besos

a … Dabid (sic) y Conchita de su nieta y sobrina que no las olvida

                                 Leonor

Muchos afectos y toda suerte de prosperidades

                                Antonio

Leonor murió el 1 de agosto de 1912 en Soria a la edad de dieciocho años. A ella le debemos los poemas de amor más bellos y trágicos que escribió Machado.

 

Este texto se escribió para la Exposición de Mujeres Artistas Sorianas (veinticuatro en total de diversas disciplinas), coordinada por Nines Isla, para la IV Semana Francesa en Soria organizada por Jesús Bozal y programada en el Espacio Cultural Alameda del 24 de marzo al 4 de abril de 2020. Lamentablemente no se llegó a realizar por la pandemia.

Leonor en París recuerda a la joven soriana de principios del siglo XX que viaja a Francia, sueña y ama. Al texto lo acompañaba un poema que escribí a la escultora francesa Camille Claudel reivindicando la figura de la mujer artista. Ninguna de las dos pudieron llevar a cabo sus sueños. Soñemos nosotras por ellas.

© Pilar Herranz Adeva

 

 

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