María Pilar Martínez

Notas biográficas
Artículos  Viejas láminas -  Muñecos de sal - La magia de ser niños - Víctimas sin historia - Año del agua - Cebollas
Pueblo a pueblo  Velamazán (fotos) y Santos de abobe y trigo
 El ramito de azahar La manzana o el vértigo

artículos

Viejas láminas

He visto en el pueblo aquellos viejos libros que llevaban a clase el abuelo y la abuela, en filas y, algún tiempo, en aulas separadas. Un texto que ocupaba las páginas enteras, monótono y cansado, sin cambiar el estilo de la letra. Las tapas en marrón, como esa tierra pobre que habitaban y que no se podía cultivar los domingos, porque era un gran pecado. Y algún que otro dibujo, en blanco y negro siempre y a plumilla, pero tan animados que el templo y sus columnas parecìan temblar a la fuerza extrahumana de un Sansón melenudo; y daba miedo ver a Abraham levantando su mano sobre el hijo unigénito; y hasta los querubines a los pies de la Virgen llamaban a sus juegos a tantos angelitos que aquí abajo nacìan por entonces.

Libros que servirían también a nuestros padres en su examen de Ingreso al Bachiller. Me contaban mis tíos cómo en el pueblo la República no dejó apenas huellas. Pero dicen que habria injusticias sin cuento, y sangre derramada como ríos que anegan los sembrados, y un credo que quisieron convertir en cenizas en el nombre de otros credos sin fe. David continuaba enfrentado a Goliat. Seguían santificándose la fiestas, en tanto en la ciudad se descubría el cine sin palabras y el sexo a hurtadillas. En la Universidad comenzó a cuestionarse lo aprendido.

Y pasaron los años. Y los hijos de nuestros abuelos se multiplicaron, como queda prescrito por el Génesis. Y nacimos nosotros, y poblamos la casa, y la escuela, y algunos el partido, y la parroquia. Nos enseñaron cómo ese Ser que habita en nuestro ser nada tiene que ver con creencias políticas, ni con moralidades trasnochadas, ni con el uso que le demos al amor -siempre que sea amor y no otra cosa-. Pero nos enseñaron. Y aprendimos los mitos de Las Metamorfosis, los nombres de los ríos, la cifra y el origen de cada historia hermosa, vivida o recreada. Tuvimos referencias de quien nos precedió.

Ana María Matute se inspiraba de niña en unas láminas sobre Historia Sagrada colgadas en la escuela. No hace mucho asistía a un recital poético en un curso de ESO. Poco a poco salieron temas muy variopintos: para qué la escritura, la solidaridad ... Nadie supo decir a qué se refería el lago Tiberiades. “No nos mola ese tema, hoy ya no sirve”. Se pierden relaciones y parámetros. Y ahora que se puede cambiar tan fácilmente el estilo de letra, es también importante poder saborear cada monte Tabor.

© María Pilar Martínez Barca 2003

 

Muñecos de sal

“Sólo hay agua gassata”. Era en junio, en la Ciudad Eterna. Las piedras desprendían un calor condensado en los últimos milenios. La Fontana di Trevi y los ríos sedentes de la Piazza Navona dormitaban, sedientos. En Caracalla ya no había baños. Y un sabroso refresco era tan sólo detritus del calor: “Ardía lento el sol sobre los cuerpos. / Tomamos el helado, y me trajiste / un poco de agua clara entre tus manos / para lavar las mías”.

En Kuwait aconsejan 15 litros por día y voluntario. No todos lo resisten, pero al volver a España se encuentran otra ardiente realidad. En torno a los 40, un potosí de euros que haga frente a la crisis, mientras las gentes mueren en el Sur … Por no hablar ya de incendios: de la quietud de Ávila y sus cigüeñas a la piedra interior de Salamanca, o el cerezo en sazón de Extremadura.

No creo que Chopin compusiera sus mágicos Nocturnos con tan altos rigores. Sin embargo, rememoro una estancia en Valldemosa y el sudor me humedece hasta la médula. Otro verano tórrido, pasamos mucha sed. Cada día ponían una nueva rosa fresca en las teclas del piano, porque no se agostase. El ozono tan apenas se había deteriorado aún. Pero tengo muy dentro la añoranza salobre de veranos de infancia, en el Delta del Turia, con la arena y el sol abrasando los huesos y húmeda y pegajosa la trasnoche: “La casa estaba húmeda, impregnada de mar. El cuarto, más bien chico, olía a brea, a sal, a rescozor de piel y de entresueño”.

No ha hecho este calor en lo que va de siglo. Pero sí en el que nos precede, cuando aún los ríos seguían en su cauce y las aguas saladas por el propio; cuando nuestros abuelos y, a veces, nuestros padres madrugaban al alba para segar las mieses, arar en los eriales, hacinar las gavillas. Aire acondicionado, una cerveza helada y el vídeo de los oficios artesanos. Ellos sí que sudaron el pan que nos dejaron, que ahora nuestros hijos, niños o adolescentes, ya ni prueban. Me han contado en el pueblo cómo pasaban el día entero al sol, sin tiempo ni siquiera de comer, con los rostros cubiertos –no se llevaba entonces lo moreno- y el sudor modelando cada arruga. Los críos de 6 y 7 años eran acarreadores, llevando y trayendo la comida y los fajos sembrados de la casa a los campos, del pedazo a la era; y ni una embarazada conocía una hora de reposo. Pero ese es ya otro siglo.

Vuelvo de vacaciones. Una angustia asfixiante penetra al interior, la ventanilla abierta, y el garaje es un fuego permanente. En la playa este año no se pudo dormir, y no era necesario volver la vista atrás para transfigurarte en muñeco de sal, que te vas derritiendo poro a poro. Y hasta en el pueblo, donde hace algo más fresco, se nos murió el canario de la edad y el calor. Pero aquí es todavía más ardiente. Que San Miguel apague las fauces del dragón; y Santa Rita, abogada de tantos imposibles, abogue por las aguas del río y de las lluvias.

© María Pilar Martínez Barca 2003

 

María Pilar Martínez Barca

Zaragoza, agosto 1962.

Escritora, poetisa. Varios libros publicados y numerosos artículos en la prensa local y nacional. Crítica literaria y articulista de opinión en diversos diarios.

 Publicaciones: Epifanía de la luz (1988); Historia de amor en Florencia (Madrid, Col. Altazor, APP, 1989); Septenario de amor (Universidad de Zaragoza, 1992); Flor de agua (Zaragoza, IFC, 1994); Manuel Pinillos o la consagración a la poesía –Tesis Doctoral- (Zaragoza, IFC, diciembre 2000); Se está muy bien aquí. Diario de una amistad (Madrid, Huerga y Fierro, 2002). Antologías y colectivos. Poemas en revistas y páginas web.

Doctora en Filosofía y Letras, Filología Hispánica (Lengua y Literatura, 1997). Estudios de Idiomas  (Francés) e Informática; cursos y proyectos de Teletrabajo práctico. Certificado de Aptitud Pedagógica (Instituto de Ciencias de la Educación, Zaragoza, 1987-88).

Recitales y actividades poéticas en diversos centros culturales.

Becas para la publicación de mis libros. Premios provinciales y nacionales de poesía. Medalla a los Valores Humanos (Diputación General de Aragón, 1989).

Trabajos inéditos: El corazón en vilo; Del verbo y  la belleza (con ilustraciones en color -óleos- de Isabel Guerra); El ángel de la aurora; En luna llena.

http://pilmarbarca.blogia.com/2023/011101-alba-regresa-al-pueblo.php

* María Pilar llega a nuestras páginas sorianas gracias al pueblo de sus mayores, Velamazán. Nos ha enviado fotografías y nos comenta que algunos de sus artículos están inspirados en la pequeña villa soriana.

SUMARIO

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