 Javier
      Narbaiza 
      
       
      
		javier@javiernarbaiza.com 
      Edita: Ediciones 2010 
       
      
      editorial 
        Colección: Cambio de Siglo 
        Páginas: 161 
        1998   
        
        No 
        voy a recurrir a algo tan manido como buscar referencias o similitudes 
        de estilo, por que no hace falta. La mano que ha escrito estos relatos 
        tiene pulso firme y original. 
	
	Si Javier Narbaiza ha tardado en escribir su primera obra, ha sido para beneficio de la
        madura escritura que nos presenta. 
	
	Vamos pasando las hojas de este libro y vamos grabando en nuestra memoria las vidas de los
        personajes; pero lo hacemos desde la sinceridad que nos transmite Javier, sin trampas ni
        oscuridades, sin artificios y con una riqueza de lenguaje que dimensiona a los personajes
        y los lugares que transitan. 
	
	Nada de vouyerismo: ni ventanas, ni ojos de cerraduras ni teleobjetivos, nada que
        presuponga el espionaje de otras vidas. Nada que contar en secreto, ni en voz baja, que no
        pueda explicarse o contarse; todo lo contrario: no hay "misterios" ocultos, ni
        en lo que se cuenta ni en como se cuenta. 
	
	Como si se tratase de un album de fotografías "familiar", que puede enseñarse
        a los desconocidos. 
	
	La frescura proviene precisamente de esa latencia original, donde la historia ya ha
        dejado, en el caso de que lo hubiera sido, de ser secreto para poder decirse, y así nos
        lo cuenta Javier, con el distanciamiento suficiente y eficaz para que seamos nosotros los
        que juzguemos las historias que él nos presenta, como alguien que ha escuchado mucho y
        atentamente los relatos de las personas que han ido desfilando por su vida. 
	
	Resulta soprendente que algunos relatos no tengan más de tres páginas y hayamos
        encontrado tan profundos retratos, con niveles y matices que hacen de cada uno de ellos un
        pequeño mundo. De manera tan sigilosa, tan integrada en el conjunto del relato, nos
        introduce Javier los detalles, que consigue hacernos creer que somos, nosotros los
        lectores, los descubridores de los mismos. 
	
	A quién esto escribe le ha gustado sobremanera que los relatos a pesar de estar escritos
        casi todos en primera persona se alejen del tono sentimental o de su contrario, el
        irónico y se mantengan en una ternura distanciada no exenta de humor, que hace que ganen
        en interés los personajes y las anécdotas que les suceden. 
	
	No hay ni un solo relato que no pueda ser mencionado, todos y cada uno de ellos tienen en
        su interior un trozo de cotidianidad que trasciende hacia el exterior haciéndose
        literatura... pero ya se sabe, siempre hay un preferido y el mío es "Balada triste
        de Menorero" (el relato que he escogido para este Web), lo es porque me parece
        perfecto y porque refleja algo que siempre tratamos de afirmar y que no siempre puede ser
        afirmado: el amor lo puede todo; el amor (o la pasión) es una cosa y la convivencia otra,
        como demuestra este excelente relato. 
	
	Voy a aprovechar este libro de Javier para decir dos cosas que siempre me dejan un sabor
        placentero en el paladar de lectora. 
	
	La primera es que siempre tengo la sospecha, después de largas lecturas de autores
        extranjeros "traicionados" por los traductores, que me pierdo "cosas",
        sino en contenido, sí en expresividad lingüistica. Es por ello que cuando me reencuentro
        con la narrativa castellana, me reconforta redescubrir la riqueza de una lengua. 
	
	Y la segunda es, el placer que me produce sentir que lo que estoy leyendo, es pura
        literatura, una escritura que no está "maleada" por otros géneros, en la cuál
        no subyace un guión cinematográfico (el cine, que tanto daño ha hecho a la literatura y
        viceversa) ni nada que no sea pura literatura y sólo pueda ser expresado desde ella y
        para ella... en fín, que me causa gran satisfacción encontrarme con la especificidad de
        cada expresión artística, en este caso Literatura con mayúscula: el arte de escribir
        las cosas que nos pasan. 
      ©
      Celia Duañez 
      
       
      
      Un
      relato de Recomenzar 
      
       
      
      Entrevista 
      
       
      
      Web de Javier
      Narbaiza 
      
        
  
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